El cambio climático es una realidad apremiante para el planeta, que llama a la acción conjunta de todos los países y ciudadanos. Este fenómeno repercute de forma diferenciada en las diversas regiones del mundo, por lo que debe actuarse desde cada territorio.
El cambio climático puede representar un gran desafío para Colombia, en cuanto trae consecuencias como aumento de los eventos climáticos extremos, amenazas a la seguridad alimentaria y pérdida de productividad. Por esto, es beneficioso que el país impulse un modelo de desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima, en el que la biodiversidad juegue un papel protagónico y se implementen acciones en sectores como energía, industria, transporte, residuos y cadenas de valor agropecuarias, para hacerlos más sostenibles.
Los territorios que logren adaptarse y mitigar el cambio climático serán los más competitivos en el futuro, a la vez que atraerán la inversión y garantizarán el bienestar de su población. En este sentido, el modelo de desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima representa una oportunidad para los departamentos, ciudades y municipios que buscan mejorar la calidad de vida de sus habitantes a corto, mediano y largo plazo.
Los alcaldes y gobernadores pueden ser los líderes de esta transformación, abordando los retos que conlleva el cambio climático desde la planeación del desarrollo territorial. Esta guía presenta los aspectos más importantes que un líder local debe considerar para este propósito.
Colombia ha proyectado escenarios sobre los cambios en temperatura, precipitación y elevación del nivel del mar durante los próximos 100 años (IDEAM et al., 2015), para permitir a los tomadores de decisiones locales conocer los posibles desafíos que enfrentarán. Los escenarios proyectados se hicieron con base al clima de referencia del periodo 1976-2005. Respecto a este clima promedio, se estudiaron los cambios en temperatura y precipitación media anual para los periodos 2011-2040, 2041-2070 y 2071-2100, de acuerdo a una concentración determinada de GEI en la atmósfera.
A 2100, las previsiones son las siguientes:
Dado que el grado de exposición y de vulnerabilidad ante los impactos del cambio climático varía de acuerdo con las dinámicas de cada territorio, es importante abordar estas amenazas desde una perspectiva territorial.
Colombia se ha comprometido a gestionar de forma efectiva el cambio climático a lo largo de todo el territorio nacional. Para esto, es necesario coordinar acciones para reducir las emisiones de GEI y aumentar los sumideros de carbono (mitigación) y acciones para evitar o disminuir los impactos del cambio climático (adaptación). Es fundamental que los alcaldes y gobernadores tomen medidas de cambio climático para lograr estas metas de país.
La Ley 1931 de 2018, por la cual se establecen las directrices para la gestión del cambio climático, dispone que las autoridades departamentales incorporen la gestión del cambio climático dentro de sus planes de desarrollo a través de la formulación de un Plan Integral de Gestión del Cambio Climático Territorial (PIGCCT) (Art. 8). En caso de que el departamento no cuente con un PIGCCT, su formulación debe ser incluida en el Plan de Desarrollo. Las autoridades municipales y distritales incorporarán la gestión del cambio climático dentro de sus planes de desarrollo teniendo como refencia los PIGCCT y los planes integrales sectoriales (Art. 9).
Cada actor puede promover acciones desde su visión de cambio y vincular información y conocimiento científico con el saber local y ancestral. De esta forma, se puede obtener retroalimentación y complementar el ejercicio de análisis de identificación de problemas y oportunidades asociadas con el cambio climático, con el propósito de obtener aportes que coadyuven a la construcción de la visión de desarrollo sostenible de largo plazo del territorio.
Articular esfuerzos para la gestión del cambio climático, identificando cuáles actores del territorio tienen las capacidades requeridas para promover acciones de adaptación y mitigación, con el fin de definir cómo articular o complementar sus competencias y difundir sus avances.
El cambio climático debe ser transversal a la gestión sectorial territorial. Los gobernadores y alcaldes deben destinar recursos propios de sectores como agricultura, infraestructura y movilidad, más allá de los esquemas ambientales establecidos en la Ley 99 de 1993. La gestión transversal del cambio climático permite la canalización de las finanzas hacia la inversión en acciones que puntuales de mitigación de GEI y/o adaptación que se circunscriben dentro de cada uno de los sectores y benefician su desempeño.
La programación estratégica define el escenario ideal de desarrollo sostenible previsto para la entidad territorial en el largo plazo. En dicho escenario, se deben ver reflejadas las acciones a través de las cuales la nueva administración afrontará los desafíos que representa el cambio climático desde las diferentes dimensiones del desarrollo sostenible.
Los científicos del mundo estiman que, desde la era industrial, la temperatura promedio de la Tierra ha aumentado en 1°C (Minambiente, 2017). Actualmente, ya pueden verse los efectos de este aumento de temperatura, en fenómenos como sequías e inundaciones (IPCC, 2019).
Los expertos concuerdan en que este calentamiento está asociado al aumento de gases efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, generados principalmente por la actividad humana, lo que incrementa la cantidad de energía del sol retenida en el planeta, causando un aumento de la temperatura global. El aumento en la temperatura ha ocasionado, a su vez, una variación del clima, lo que repercute en la ocurrencia de eventos climáticos extremos. A esto se le conoce como cambio climático.
De continuar con la tendencia de emisiones actual, los científicos estiman que la temperatura de la Tierra aumentará en 3,2°C este siglo (ONU, 2019). Algunas consecuencias este aumento en la temperatura son
Desde 1992, la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) facilita la creación de acuerdos entre países para afrontar de forma equitativa el cambio climático (CMNUCC, 2020). A través del Acuerdo de París, los países han ratificado compromisos para evitar que la temperatura global aumente en más de 2°C. Estudios recientes demuestran que es preferible limitar el calentamiento global a 1,5°C, de manera que se minimicen los impactos negativos que este fenómeno puede tener (IPCC, 2018).
Con el fin de cumplir esta meta, es necesario tomar decisiones de desarrollo compatibles con el clima, que sean bajas en carbono, mejoren la adaptación y reduzcan el riesgo asociado a eventos climáticos de acuerdo con las nuevas realidades. De esta forma, se puede avanzar hacia un modelo de desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima, que “genera un mínimo de gases de efecto invernadero y gestiona adecuadamente los riesgos asociados al clima, reduciendo la vulnerabilidad, mientras aprovecha al máximo las oportunidades de desarrollo y las oportunidades que el cambio climático genera” (Congreso de la República, 2018).
El cambio climático genera modificaciones de temperatura y precipitación, así como elevación del nivel del mar. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) ha establecido que el calentamiento global no debe superar los 1,5°C (IPCC, 2018), para evitar las graves consecuencias de un aumento mayor en la temperatura.
Muchas de las especies tropicales tienen muy bajas tolerancias ante cambios en la temperatura y en los rangos altitudinales. El aumento de la temperatura generará procesos de invasión, transformación de los ecosistemas y extinción de especies nativas.
El aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos climáticos, como huracanes, inundaciones y sequías, incrementará el número de muertos y heridos por estos fenómenos, a la vez que disminuirá la productividad de sectores como la agricultura, la ganadería, la infraestructura y el transporte.
El aumento y la aceleración de los procesos de erosión y desertificación generarán pérdidas en los servicios ecosistémicos, afectando la provisión de alimentos. Las ciudades serán las principales afectadas por los cambios en el abastecimiento de alimentos.
Los cambios en las precipitaciones, el derretimiento de los nevados y el retroceso de los páramos afectarán la calidad y disponibilidad del agua, así como la estabilidad en la provisión de energía hidroeléctrica.
El aumento de temperatura favorecerá el rango de distribución de varias especies catalogadas como vectores, aumentando la transmisión de enfermedades infecciosas, como Dengue, Zika y Chikungunya. Este aumento puede afectar incluso zonas donde se presentaban pocos casos de estas enfermedades.
Fenómenos como la falta de planificación territorial de mediano y largo plazo y el crecimiento desordenado pueden empeorar por la presión del cambio climático. Esto puede generar problemas en la provisión de agua, saneamiento básico y otros servicios, como salud y educación, y puede aumentar el número de viviendas en áreas de riesgo de desastres.
La temperatura de algunas áreas de las ciudades puede aumentar más por la impermeabilidad del suelo, la falta de área verde, el alto tránsito de vehículos y la mayor presencia de construcciones, afectando la infraestructura, el bienestar de los habitantes por disminución en el confort térmico y la provisión de los servicios públicos.
El aumento del nivel del mar, las lluvias intensas, las inundaciones y las sequías prolongadas pueden causar la destrucción de barrios y de infraestructura pública, a la vez que interrumpen los sistemas de transporte público y la provisión de servicios básicos, afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables.
La quema de combustibles fósiles causa contaminación y disminución de la calidad del aire. Esto genera problemas respiratorios entre los habitantes, que significan disminución de su calidad de vida y grandes inversiones en salud.
La mayoría de las emisiones de GEI proviene del sector de deforestación y cambio de uso del suelo, así como del sector agropecuario (AFOLU por sus siglas en inglés). Esta ilustración muestra las actividades y sectores que generan los GEI en el país (IDEAM et al., 2018).
Colombia se ha sumado al esfuerzo global por la lucha frente al cambio climático a través del establecimiento de su Contribución Nacionalmente Determinada, en el marco del Acuerdo de París. Esta meta país deberá alcanzarse a través de la suma de diferentes acciones en todo el territorio nacional.
La Política nacional de cambio climático y la Ley 1931 de 2018, por la cual se establecen las directrices para la gestión del cambio
climático, están encaminadas a incorporar la gestión del cambio climático en las decisiones públicas y privadas, para avanzar hacia
un desarrollo resiliente al clima y bajo en carbono, que reduzca los riesgos del cambio climático y permita aprovechar las
oportunidades que genera. Para ello, se establecen dos instrumentos de planificación:
Permiten que las entidades territoriales y las autoridades ambientales identifiquen, evalúen, prioricen y definan medidas y acciones de mitigación y adaptación territoriales.
Permiten que los ministerios identifiquen, evalúen y orienten la incorporación de medidas de mitigación y adaptación a sus respectivos sectores.
El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) reitera que la gestión del riesgo y la adaptación al cambio climático son complementarios en los procesos de conocimiento y reducción de los riesgos asociados a eventos de origen climático u oceánico, en la medida que se espera que el cambio climático altere las condiciones actuales de exposición, así como características de las amenazas.
Así, la Gestión del Riesgo y la Adaptación al cambio climático comparten la necesidad de preparar a las comunidades ante los riesgos socio naturales que se presentan en caso de eventos hidrometereológicos extremos, tales como sequías, desertificación, inundaciones o erosión.
Adicionalmente, cuando desde la Gestión del Riesgo no solo observamos los fenómenos extremos bajo los patrones actuales, sino prestamos atención a la paulatina modificación que en el largo plazo generará el cambio climático a dichos fenómenos, estamos aportando a la Adaptación.
Colombia ha impulsado diferentes estrategias nacionales para la gestión del cambio climático.
Identifica alternativas sectoriales de desarrollo bajo en carbono
Busca reducir la deforestación y la degradación de bosques a través de acciones de conservación y manejo sostenible
Tiene como objetivo reducir los riesgos e impactos socioeconómicos y ecosistémicos asociados al cambio climático
Busca la planificación de un desarrollo seguro, con gestión ambiental territorial sostenible
En construcción